En la Ciudad de México, la Secretaría de Salud capitalina reporta que, entre abril de 2007 – año en que se despenalizó el aborto – y diciembre de 2022, practicó 257,072 abortos por medio de alguno de los tres métodos disponibles para este procedimiento, que son la Aspiración Manual Endouterina (AMEU), el Legrado Indouterino Instrumental (LUI) y el método más utilizado que es por medio de medicamento, utilizándose en el 79.07%, de todos los procedimientos reportados desde el 2007.
Este punto es importante porque casi el 80% de los abortos llevados a cabo en la Ciudad de México, han sido practicados con medicamentos que no fueron diseñados para ello y que tampoco se conoce si se presentarán efectos secundarios a largo plazo, ya que el misoprostol se creó para tratar úlceras pépticas y la mifepristona para el tratamiento de miomas uterinos.
La Secretaría de Salud de la Ciudad de México reporta que, aunque tienen conocimiento de que el medicamento no está diseñado para practicar abortos y afirman que los efectos secundarios no son graves, sin aportar algún estudio o análisis que pruebe dicha afirmación, también declaran que con la supervisión médica necesaria ninguna mujer debería estar en peligro. Asimismo, basan su protocolo para practicar estos procedimientos en las directrices sobre la atención al aborto publicadas por la OMS, que no sólo afirman que el uso del misoprostol es un método seguro, sino establecen medidas de cuidado y dosis específicas de acuerdo con el tipo de embarazo y las semanas de gestación.
Lo que omiten decir es que en muchas veces los fetos no son expulsados por completo, sobre todo en embarazos de más de 6 semanas y que esto requiere seguimiento médico por varios días y en algunos casos la necesidad de que un médico especializado aspire los restos que aún se encuentran en el vientre. Todo esto es más grave de lo que se cree cuando ponemos en contexto que actualmente existe mucha difusión que promueve que es “completamente seguro” abortar desde casa, sin ningún tipo de supervisión y usando medicamentos como el misoprostol o la mifepristona, lo que pone en peligro a mujeres e incluso a niñas.
Actualmente es muy fácil encontrar en foros de redes sociales, consejos para comprar el medicamento sin receta médica y también links de páginas que no sólo promueven el uso no vigilado del medicamento, sino que lo venden y realizan envíos sin ningún tipo de supervisión o permiso de la autoridad, poniendo en peligro la salud de miles de mujeres que no tienen el conocimiento sobre las implicaciones del fármaco, las dosis y los riesgos que representa la falta de acompañamiento médico.
Por otro lado, la Cofepris no está vigilando debidamente el tráfico y venta de estos medicamentos, ni la prevención del uso inadecuado de los mismos, lo que representa un riesgo sanitario y social. Por otro lado, es evidente que las políticas proaborto no son integrales, puesto que urgen desde la concepción de libertad de decisión y equidad de género, sin embargo, este tipo de omisiones por parte de la autoridad no sólo enfatiza la falta de interés por solucionar problemas de género, sino que acentúan desigualdades y colocan a las mujeres más vulneradas en desventaja y peligro.